hace más de un año acabaron las obras en nuestra calle. dos largos años de ruido terco incesante. desde entonces, han vuelto a reventar la esquina de enfrente de casa unas seis, siete, ocho veces, no sé; han sido conciertos escogidos, selectos, algunos en sábado, otros después de comer, un recuerdo sutil de obras mayores para no perder el tono e ir perdiendo el oído. para completar el cuadro, en la piscina hay días como hoy, en que un monitor hercúleo con aspecto de armario empotrado anima a un grupo de abuelas con ese atronador chumpa chumpa de una música-disco que rebota esplendoroso en la bóveda cubierta del recinto. un regalo para los sentidos. quizá por eso, me vino a la cabeza esta mañana lo de "el ruido reina en nuestras ruidas".
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pepe

1 comentario:
atronadora denuncia, amigo pepe!
te aplaudo moviendo las manos, como haciendo cinco lobitos... ¡bravo!.
òscar.
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