TRESDENRIQUE
Una: “En un diario de provincias, pero mucho trabajo”, me dijo, con voz grave. Ni a cuatro frases llegamos, ni a una cerveza después de la clausura de aquel congreso, nada. Entró tarde a la rueda de prensa, con su cara de pan de pueblo y sus manos de saco, y fue mi héroe. Porque protestó, y a mí me gustan los que protestan, es que los confundo con los valientes. Se sentó a mi lado para hablar con Julia, de Europa Press, y fue mi desasosiego. Porque me ignoró, y a mí me gustan los que me ignoran, es que los confundo con los interesantes. Dos: “Si vas para la calle Orense te llevo”, me dijo, sin afecto. Y fue mi delirio desde Ciudad Universitaria a Nuevos Ministerios. Porque todo en él era Enrique, y a mí me gustan los que nunca se mesan el cabello, es que los confundo con los que miran hondo. Tres: “No te voy a pedir permiso, luego me partes la cara si quieres”, me dijo, antes de besarme como nadie. Le di la hostia, obviamente, para no desmerecer. Ya dije que a las cuatro frases no llegamos. Ahora sólo leo el Andújar Información.
òscar cojonao
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