Una herida abierta en la palma de la mano. Los ojos
ensimismados observan cómo se hilvana la piel emulando
el momento de la gestación. Palma contra palma,
sonrisas simétricas a través del espacio.
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El tiempo se quiebra;
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al borde de la rotura, la expansión.
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El cuerpo se desprende de sí mismo en un acto de inútil
mímesis. La desnudez no deshace el error:
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sigues siendo sólo tú.
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María Salvador, Ágata
ooooooooo
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pepe
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