Yo quisiera una vida como aquella,
una tarde feliz sin sombras duras,
con un sol diminuto que acaricie,
que unja nuestra espalda de perdón,
un camino hacia el mar, estando quietos
en aquel mirador que daba al mundo.
Yo así quisiera estar, cerca de todo,
muy cerca de la hierba y del granito,
muy cerca de una hoguera y de una mesa,
muy cerca sin romperme en el intento,
con mis amigos, ellos, los mejores,
los de túnica blanca y tan hermosos
como el sol de la dicha y la cerveza,
con poemas que digan y no digan,
que sean sólo música, universo,
balcones hacia el mar y las montañas,
balcones a mí mismo que soy otros.
Déjame que te cante, casa nueva,
hogar de los muy solos que se buscan,
guitarra para el canto y el reposo,
marea que se acerca y que se acerca,
emblema para tiempos más oscuros.
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Jesús Beades, Albayalde
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pepe
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