Hace ya unos días que no creo en las
películas,
en el mutuo entendimiento de ojos.
Hace unas noches que sólo sueño con
párpados ardientes
que supuran rocío negro.
Se me ocurre preguntarle a la espalda que
duerme junto a la mía
si alguna vez se quebró de amor,
si se hernió de costumbres
y si alguna vez soñó con párpados al borde
del suicidio. Pero pocas veces encuentro algo más que
silencio.
Eres un ovillo de pan caliente
al que pregunto confundida,
sedienta de palabras que nunca me dirás,
que ni siquiera conoces.
Estúpida vuelta de tuerca,
cabeza aprisionada de deseos,
perfecta sonrisa.
Mírame bien.
¿no ves que estoy llorando?
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Carmen Ruiz, Música para perros. Chorrito de plata
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pepe
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