reflexiones (II)

uno nunca sabe dónde va. aunque tenga el itinerario marcado sobre un mapa o grabado en su genética. hay muchos cruces, muchas intersecciones y, sobre todo, otros individuos que están en cada una de esas travesías en el momento preciso. así que uno, aunque sepa, no sabe. y me gusta.

permíteme pronosticar mi cotidiana de hoy por la tarde: fabi recién se fue a sus clases de pintura y después vendrá con los ingredientes para hacer pascualina en el horno (lo estrenamos esta noche), le encargue barniz para mis pinturas, aguarrás. después de publicar esta entrada iré al taller a bocetar una idea que me ronda por el estómago. me apetece hacer un dibujo con sanguina. irá corriendo la tarde. hay nubes y cielo en el cielo, que poco a poco se irá desabrochando la ropa de trabajo y llegará a su casa y se pondrá las babuchas de ir menos bombilla... yo haré un descanso y tomaré un cortado, quizás llame mi hermano y conversemos por teléfono. volveré al apunte, acaso lo convierta en pintura o en boceto terminado...

pero cualquier cosa, cualquiera, puede hacer que nada de lo que dije antes se produzca y en un no sé qué me monte en la bici y vaya por ahí a mirar las calles, como un antropólogo menor, un descuidado, un veteasaber cualquiera...

eso sí, hay una cosa irrenunciable: que fabi y yo entremos en la cama juntos, aunque yo me duerma antes que ella. y otra: hacerle así a la gata en la cabeza y decirle hasta mañana que duermas bien te quiero, antes de embocar la puerta del dormitorio.

pepe rubianes se fue a etiopía, que se parece tanto a otra palabra que me gusta, imposible, pero que es realidad cada segundo de mi vida. sin saber cómo, sin saber dónde. ¿la poesía?. qué más da.

òscar