mostrar el punto neurálgico del taller: el lavadero. aquí es donde me enfrento a momentos decisivos que pueden marcar para bien o para mal la obra que me ocupa. el único espacio personal donde el tiempo sí es una herramienta más, volviéndose decisivo. no, no cuando planto las obras a secar, en una de las tantas transiciones por las que pasan, sino en el momento de bañarlas de tal o cual manera con agua, de frotarlas así o asá con el cepillo, con la bayeta o con cualquier otro instrumento cuasi quirúrgico que ocupa ese interludio frenético... estar en el lavadero es un estado alterado de conciencia, que, contrariamente a ser molesto, lo entiendo como el momento donde la pintura decide si tendrá alma o no... y, yo, mero asistente, lo vivo como una estadía donde entrenar mi mirada y mis manos (dichos y hechos) hacia el mundo posterior que encontraré más allá del lavadero...
creo que ya secó. permiso.
òscar
creo que ya secó. permiso.
òscar
2 comentarios:
aunque te parezca sabido, al ver la imagen, de entrada me ha parecido un cuadro pintado para hablar de los cuadros extendidos sobre el lavadero, no una foto.
amigo, siempre me sigue sorprendiendo esa capacidad que tienes de pensar en formas, en color...y esa calidez que le da a este bloque tu trazo experto.
pepe
no sé qué es, pepe, pero tú sabes que si tiene algún mérito el trabajo que hago, no es otro que el del tonto trabajando. sí. me parece hermoso que un tonto como yo tenga la voluntad de trabajar. trabajar no para solucionar cosas, sino para plantearse nuevos interrogantes. nuevos estómagos, al cabo, para poder digerir este mundo a veces hueso. oh, como leí en un poema de benedetti, me eché un párrafo "novamás", huequito, sapo que ruge pantera, en fin, una cosa está clara: mariano y tú sois mis amigos, mis auténticos novamases...
òscar.
esta tarde trabajé mucho. aún no sé nada.
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