Antes, encontrar pintadas en la fachada de casa era un fastidio. Ahora un graffiti puede ser recibido como el número ganador de la lotería. Luti Fagbenle, propietario de una empresa de producción situada en la conocida calle de Portobello Road, se levantó un domingo de septiembre y vio como la fachada de su edificio amanecía cubierta con unos andamios. Cuando les preguntó a los trabajadores qué estaban haciendo, ellos se negaron a contestar. Horas después el andamio se desmanteló y en el muro apareció dibujado un pintor, vestido con boina y pajarita, retocando con un pincel la palabra "Banksy".
Banksy es conocido por su imaginería anti sistema (ratas vestidas de policías, niñas acunando misiles) y por las tácticas de "terrorismo artístico" que lleva a cabo para exhibir sus obras. Ha pintado el muro de Cisjordania, ha colado varias de sus obras en tres museos de Nueva York, ha introducido una falsa pintura rupestre en el British Museum y una rata muerta en el museo de Ciencias Naturales de Londres.
El hecho de que el graffiti sea considerado vandalismo, supone que, al mismo tiempo que algunos trabajos de Banksy se vendan en galerías de arte por cientos de miles de euros, otros son borrados por las autoridades municipales. Hace dos años, las autoridades de Bristol sometieron a votación popular si uno de sus trabajos, que representaba a un hombre desnudo colgado del quicio de una ventana, debía conservarse. El apoyo masivo de los ciudadanos a la pintada hizo que se quedara. Banksy también es popular entre los famosos, tras una exposición en Los Angeles, Angelina Jolie adquirió varias de sus obras por 260.000 euros.
òscar


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