
es frecuente que por casa desfilen amigos para ver qué cosas he hecho últimamente. echamos un ratito en el taller y conversamos ante la obra que me ocupa en ese momento; la mayoría de las veces estamos de pie, perseverantes en el análisis de la pintura, en lo que nos dice. así, siempre soy la tercera persona; el visitante y la obra son el asunto de primer orden y el diálogo resultante va directo –luego, en la gratificante soledad del escalador– a uno de los cuadernillos (indescifrables para el ojo humano) que guardo en los cajones del taller. de este modo, en los dimes y diretes, salimos de toda pintura, tomamos café, quebuenovertes y chaus... y a la mañana siguiente me reuno con la pintura y el cuaderno, y decidimos.
òscar
òscar

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