anoche, al salir de la radio, diluviaba. no tardé en tomar la decisión, me despedí de mis amigos, cogí la bicicleta y comencé a pedalear a una velocidad constante. en poco tiempo, noté cómo el agua me hacía menos radiofónico y las gotas alojadas en mis anteojos me ofrecían una visión de los peatones alucinante, televisiva, a lo national geographic. al llegar a casa, troné y desconecté la radiotelevisión.
el caso es que nuestras miradas, durante la cena y después en la cama, tenían el sonido de todos los animales del mundo, incluso los ya extinguidos. sólo en cuestión de millones de años dos personas coinciden cualquier noche.
òscar
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