
acabo de entrar de la terraza, ¡qué relente!. ¡cuánto me gusta amanecer!. he cogido la cámara y... ¡clic!. te dejo la montaña puesta, para que vayas despejándote, sea la hora que sea. dale, hostia, que no son horas de andar en el blog. y haz el favor de ponerte el poema.
papá.

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