
[ si eres tan amable te pediría que tengas en cuenta que la primera y única vez que he estado en una discoteca fue el 24 de diciembre de 1983, en toronto o en lleida (ahora no recuerdo). sea como fuere, en cualquier reunión hay un guapo de la disco, así que tomaré esta horripilante expresión para contar lo que sigue: ]
lo de hacer conjuntos sólo me funcionaba en la escuela. la fruta en el frutero, el pez en el agua, la cruz en el fuego, etcétera. a partir de ahí, cualquier juicio a priori viene con rana. el caso es que el muchacho de la fotografía, santiago (tate, ¡el guapo de la disco!), apoeta confeso, es un agente corrector extraordinario para demostrar que:
primero / el escorzado poético de un agnóstico en el campo de la poesía une en flipante filigrana lo que dice y hace un buen poema con la misma o mayor eficacia que el poema en si.
segundo / que la materia prima que maneja es de igual o mayor calidad que la que obra el poeta en sus trabajos, pero necesitando menor cantidad, lo que sitúa a este individuo en ventaja económico-dialéctica respecto al que oficia poemas.
tercero / que el guapo de la disco come más panochas que ocho poetas juntos.
cuarto / que los sentimientos de un poeta necesitan demostración empírica, mientras que los del sujeto que se referencia... "para qué coño me va a hacer falta, sólo tengo que decidir cuál".
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en fin, santi, que eres un gran tipo, buena gente y que seguiré aprendiendo a tu lado.
gracias,
òscar

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