ayer por la tarde, con el cielo abajo, salí en bici al camí de la marina; flanqueé algunos cultivos y la tierra marrón. muy poca gente pasó después porque las nubes lo llenaban todo: el aire, mi cara, los árboles, el camino de tierra, el canal, el tiempo; pedaleé deprisa con el aire en los ojos hasta pasar el mirador: cañizos altos entre la espesa vegetación, cantos de pájaros delgados y un gato negro dibujado huyendo debajo de una cerca; al fin, sonidos de agua bajo el puente. la tarde se fué retirando aún con más nubes. después, al volver al asfalto y al aire despojado me hice la ilusión de que volvía a una extraña, desconocida, oscura civilización.
pepe
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