
el mariscal trazaba sus estrategias en la cocina, pero esta vez, al ver el escudo del guerrero, se convirtió en temblor de calzón por que sabía que aquél hombre –aun desarmado de su protección divina– se adelantaría a cualquiera de sus planteamientos. sin saber qué hacer, creyó que ambos eran una sola persona... y sonrió.
òscar

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