Les confesaré un vicio poco original. Como una gran parte de la tropa pseudoprogresista, a mi también me gusta azotarme de tanto en tanto escuchando la COPE, el radiocatecismo apocalíptico más de moda en el panórama de las ondas.
La otra noche escuché una de sus tertulias nocturnas. A raíz de la polémica con la dimisión de Rosa Regás, que provocó algún orgasmo pecaminoso entre los tertulianos, uno de los periodistas lanzó la consigna de eliminar el Ministerio de Cultura. Habló sobre su inutilidad y decía orgulloso que hacía más de una década que no iba a ver cine español. Me pareció una gran oda al catetismo y la ignorancia, calificativos con los que denomina este pensamiento liberal ultraconservador españolista a muchas posturas progresistas.
Hasta el radical Lerroux, con las presiones de la derechista CEDA, y durante el Bienio Negro de la Segunda República, mantuvo activo el ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Pero nada, habrá que recobrar las directrices de ese gran estadista español que dirigió y nos borró del mapa durante cuarenta años.
Al margen del peligro a veces inevitable de politizar la cultura, frecuente en todo tipo de gobiernos sea cual sea su ideología, cuantos jóvenes creadores sin recursos requieren de esas becas que ofrecen el ministerio o las consejerías respectivas de cada comunidad para arrancar profesionalmente. Todavía no hay una política de mecenazgo lo demasiado consolidada como para que la cultura adquiera un margen de libertad más amplio, aunque la panacea tampoco está en el sector privado.
Lo que está claro es que hay que dejar de hacer apología de la ignorancia.
¡Boicot al catetismo!
Glosa a Celaya
La poesía
es un arma
cargada de futuro.
Y el futuro
es del Banco
de Santander
ROGER WOLFE (Días sin pan, Editorial Renacimiento)
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