Es duro abandonar el concepto,
las cosas queridas de esta vida de cosas,
en favor de la palabra, en su apuesta.
La verdad, la razón, la mentira, el movimiento,
la flor, el buzón de la correspondencia, la máscara
y las cartas de amor que se introducen selladas
no son nada absolutamente si no hay palabra cerca.
No cosas, palabra cerca.
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Eduardo Milán
2 comentarios:
Incide Eduardo en llevar el corazón por su lingüística carrera del afuera del sentido al sentir afuera, insiste en bordear el río,
en ladear la torre, en abajar el color hasta transparentar el músculo y la piel y el movimiento.
Invierte en cada letra un tiempo dado de sí, un travieso juego de verdad que es suyo, es decir, del lenguaje sobre el que cabalgan la idea y la pasión de esa idea y hasta la sinrazón de ese pensar en pro de cabalgar sin calle o linea.
Incita al sentir en su caligráfica textura, en el roce del sonido con el cuerpo y del cuerpo a flor de piel, dermis sintáctica de un habla que es merodeo del otro, melodía entre dos contrarios y su bella selva.
Eduardo Milán no encierra si no que busca, se pierde en el salto o en la multiplicidad, en la acumulación, en lo no escrito aún que le reta. No hay cubos de agua, ni cauce, hay agua vertida en signos de lectura. ¿No es suficiente?
Un abrazote
Víktor
dale víktor, bella entrada, amigo!
pepe
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