el chico nació delgado. creció. no paró de jugar. no había límite entre el campo y él. hablaba con las vacas. nunca vio una jirafa pero la soñó, porque aquella vez –en el zoo–, la jirafa estaba triste. se dedicó en cuerpo y alma a dibujarle una sonrisa. tropezó mil veces exactas. siempre caía de cabeza. en la mitad, en la número 500, se rompió la crisma y obtuvo luz. siguió jugando. no creyó la historia de los papagayos. todas las mañanas recogía fuerza en el agua, de las fuentes más cercanas. cuando tuvo no sé cuántos años, miró a su compañera, le dedicó una serena sonrisa y se acordó de la jirafa.
òscar
1 comentario:
uf, voy por el I y es una maravilla!!!
òscar.
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